No existe consenso acerca de cuántas y cuáles son las regiones indígenas de México, y si éstas deben definirse con criterios etnolingüísticos o culturales que armonicen con los datos históricos, geo-ecológicos, económicos o políticos. Una de las pocas coincidencias a este respecto es aquella que reconoce la existencia histórica de tres superáreas culturales a las cuales corresponden importantes porciones del territorio del México actual: Aridamérica, Mesoamérica y Oasisamérica.
"En la antigüedad hubo en dicho territorio tres superáreas culturales. Si bien es cierto que las sociedades que integraban cada una no constituyeron una unidad política, sí formaron dentro de ellas sendos entramados históricos. Las tres superáreas a las cuales nos referimos comprendían, grosso modo, Aridamérica al noroeste y a la Península de Baja California; Oasisamérica al noroeste, y Mesoamérica a la mitad meridional de México. Debemos advertir que todas rebasaban el territorio mexicano: las dos primeras ocupaban buena parte de los Estados Unidos, mientras que la última se extendía a lo largo de Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.
"Una superárea cultural supone la existencia de grupos humanos ligados por un conjunto complejo y heterogéneo de relaciones. A lo largo de los milenios, éstas se establecen entre sociedades que viven en áreas contiguas; el resultado son tradiciones o historias compartidas. Fundamentalmente, las relaciones se generan a partir de los intercambios constantes de bienes; de los desplazamientos transitorios o permanentes de grupos dentro de la superárea; de los intereses compartidos entre las élites que gobiernan las diferentes entidades políticas; del dominio de unas sociedades sobre otras; de las acciones bélicas, tanto de alianza como de conflicto, etc. Más que como un conjunto de elementos inmutables en el tiempo y en el espacio, las tradiciones que caracterizan una superárea cultural deben concebirse como una particular corriente de concepciones y prácticas en continua evolución multisecular y con notables particularidades regionales. Las sociedades de una misma superárea cultural podían diferir en nivel de desarrollo. Lo importante fue que las relaciones se constituyeron en forma estructural y permanente. En cambio, las meras relaciones comerciales o las simples copias de estilos artísticos entre las tres superáreas no bastaron para integrar a sus pueblos en una misma tradición. Por ejemplo, el intercambio entre Oasisamérica y Mesoamérica, aunque intenso, no uniformó los fundamentos socioculturales de ambas superáreas." (LÓPEZ AUSTIN y LÓPEZ LUJÁN, 1996:15-17).
FUENTE: NACIÓN MULTICULTURAL
OSASIAMÉRICA
Oasisamérica es el nombre de una superárea cultural de la América del Norte precolombina. Se extiende desde el territorio de Utah, en los Estados Unidos hasta el sur de Chihuahua, en México, y desde la costa sonorense del golfo de California hasta el valle del río Bravo. Debe su nombre a su posición como área intermedia entre las altas culturas mesoamericanas y las culturas de los nómadas del desierto Aridoamericano.
A diferencia de sus vecinos del desierto, los oasisamericanos fueron agricultores, aunque las condiciones climatológicas no les permitían una agricultura muy eficiente y por ello tenían que recurrir a la caza y a la recolección para complementar su subsistencia. Construyeron grandes aldeas en Nuevo México y la zona arqueológica de Casas Grandes, en Chihuahua. Esta zona tenía una gran importancia debido al moderno sistema hidráulico con el que contaba. Su apogeo se dio entre 1205 y 1261, y fue abandonada hacia 1340.
ENTORNO GEOGRÁFICO
Oasisamérica es término derivado de la conjunción de oasis y América. Se trata de un territorio agreste, marcado por la presencia de las montañas Rocosas y la Sierra Madre Occidental. Al oriente y al poniente de estas enormes cordilleras se extienden las grandes planicies áridas de los desiertos de Sonora, Chihuahua y Arizona. En su momento de mayor expansión, Oasisamérica cubría una parte la superficie de los actuales estados mexicanos de Chihuahua y Sonora, así como de Arizona, Utah, Nuevo México, Colorado, Nevada y California, en los Estados Unidos.
No obstante que se trata de un territorio seco, Oasisamérica está surcada por algunas corrientes de agua como los ríos Yaqui, Bravo, Colorado, Gila, y Casas Grandes. La presencia de estas corrientes (y algunas lagunas que se tragó el desierto a lo largo de los años), así como su clima indudablemente más benigno que el de la región aridoamericana oriental, fue la que permitió el desarrollo de las técnicas agrícolas importadas de Mesoamérica.
La región de Oasisamérica es rica en yacimientos de turquesa, uno de los materiales suntuarios más apreciados por las altas culturas de Mesoamérica. Esto permitió el establecimiento de relaciones de intercambio entre estas dos grandes superáreas culturales.
CARACTERISTICAS DE LAS CULTURAS OSASIMERICANAS
El origen de la superárea cultural oasisamericana tiene lugar unos 2 mil años después de la separación de Mesoamérica y Aridoamérica. Algunos de los pueblos aridoamericanos practicaban el cultivo como una actividad complementaria de su economía de caza y recolección. Estos pueblos, entre los que se encuentran los pertenecientes a la Tradición del Desierto, llegaron a convertirse en verdaderos agricultores. El proceso de la introducción de la agricultura en la zona desértica del norte de México y el sur de los Estados Unidos fue gradual y dilatado: hacia el año 600 d. C. (periodo que coincide con la época del ocaso teotihuacano), algunos grupos habían adquirido recientemente las técnicas agrícolas.
Se sabe de la práctica agrícola, por lo menos desde el año 3500 a. C., que es la fecha dada para los restos de maíz fósil encontrados en Bat Cave, Arizona. Dado que los restos más antiguos de maíz en Norteamérica datan del año 5000 a. C., parece que la hipótesis de la importación de la agricultura desde el sur, es correcta. Lo que no es posible asentar aún es quiénes eran los portadores de la tecnología agrícola y que papel tuvieron en el desarrollo de las altas culturas oasisamericanas.
Se proponen por lo menos tres hipótesis acerca del nacimiento de las culturas oasisamericanas. Una, de carácter endógeno, señala que se trata de un desarrollo cultural independiente que tiene sus raíces en la más remota antigüedad. Desde este punto de vista, favorecidos por un mejor clima (cosa realmente relativa, dado que la diferencia climática entre la zona oasisamericana y la aridoamericana no es tan evidente), los antiguos pueblos del desierto habrían podido hacer un descubrimiento de la agricultura similar al que ocurrió en Mesoamérica.
Un segundo planteamiento presupone que los portadores de la cultura mesoamericana, habrían emigrado hacia el norte. Así, Oasisamérica sería una derivación de sus vecinos sureños. En ese sentido, el desarrollo de las culturas oasisamericanas, como el de las del norte de Mesoamérica, abrían estado relacionadas con grupos que originalmente habitaban en el Occidente de México. La evidencia arqueológica apunta a que grupos de filiación yuto-nahua habrían llevado la agricultura a la región oasisamericana. Aunque las técnicas agrícolas hubiesen sido importadas del sur, los pueblos oasisamericanos construyeron una civilización con características particulares, que mantuvo relaciones con los agricultores de Mesoamérica.
Numerosas son las huellas de la relación entre las dos grandes regiones culturales de Norteamérica. Por ejemplo, la turquesa que tanto apreciaban los mesoamericanos, provenía casi toda ella de la región sur de Nuevo México y Arizona. A su vez, en Paquimé, sitio perteneciente a la cultura Mogollón, se han encontrado estructuras ceremoniales relacionadas con la religión mesoamericana, como el Juego de pelota, y una cantidad importante de esqueletos de guacamayas, que con toda seguridad fueron llevadas desde las selvas del sureste de México.
ÁREAS CULTURALES
En el territorio abarcado por oasisamérica se desarrollaron tres grandes culturas: la Anasazi, la Hohokam y la Mogollón, que convivieron con otras culturas vecinas, con las que compartían rasgos culturales: Fremont, Pataya y Trincheras.
ARIDOAMÉRICA
Aridoamérica es la denominación que se da a la amplia área cultural que se extiende al norte de los límites de Mesoamérica, es decir, más allá de las cuencas de los ríos Fuerte, Lerma, y Soto la Marina. Los confines norteños de la región aridoamericana alcanzan la latitud distante del paralelo 42°. Se trata de un área con una gran diversidad ecológica, que, a diferencia de sus vecinas Oasisamérica y Mesoamérica, no llegó nunca a constituir una unidad cultural. En realidad, el concepto Aridoamérica resume el gran desconocimiento prevaleciente acerca de los pueblos que habitaron la región antes de la llegada de los europeos.
ENTORNO ECOLÓGICO
La magnitud inconmesurable de la región aridoamericana la convierte también en una zona diversa. Los más variados climas se pueden encontrar en esta región, pero lo que los unifica a casi todos ellos es la escasez de agua. De hecho, casi toda ella está situada en algunos de los desiertos más hostiles del planeta: el de Chihuahua y el de Texas. Sin embargo, el empleo del término Aridoamérica podría dar una imagen un tanto equivocada de otras zonas, como la sierra californiana, donde existieron y existen grandes bosques y un clima más o menos benévolo.
Aridoamérica se extiende por montañas, planicies, costas, cuencas hídricas importantes.
ÁREAS CULTURALES ARIDOAMERICANAS
Una de las regiones en Aridoamérica que presenta una ocupación continua prolongada es la Sierra de Tamaulipas. Se localiza en el noreste de México. En varios puntos de la región se han encontrado numerosos objetos que hablan de un complejo cultural que tiene sus raíces en el Cenolítico Tardío y se prolonga hasta los primeros años de la era cristiana. Los principales sitios de esta cultura son Cañón del Diablo, Cueva del Diablo, Cueva de Nogales y Cueva de La Perra. En ellos, los arqueólogos han encontrado evidencia de una agricultura incipiente, entre las más antiguas de América
MESOAMÉRICA
Mesoamérica (griego: μέσος [mesoz], 'intermedio' )? es el término con que se denomina la región del continente americano que comprende aproximadamente del centro de México (a partir de una línea que discurre desde el río Fuerte, baja hacia el sur hasta los valles del Bajío y luego sigue con el rumbo norte hasta el río Pánuco), y los territorios de Guatemala, El Salvador, Belice, y las porciones occidentales de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Se trata de una macrorregión cultural de gran diversidad étnica y lingüística, cuya unidad cultural se basa en aquello que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano y discutido en un congreso específico sobre este tema organizado por el Dr. Jaime Litvak. Entre otras cosas, el llamado complejo mesoamericano incluye la agricultura del maíz, el uso de dos calendarios (uno ritual de 260 días y otro civil, de 365 días), los sacrificios humanos y la organización estatal de las sociedades. El complejo mesoamericano sirvió como herramienta teórica para distinguir a los pueblos de la región con respecto a otras macrorregiones culturales que los circundaban, como Aridoamérica y Oasisamérica. El primero de estos términos también fue acuñado por Kirchhoff. En las fuentes de habla inglesa, ambas macrorregiones son agrupadas en el Suroeste estadounidense (que en ocasiones incluye erróneamente como periféricas a las culturas del Bajío o el Norte de Mesoamérica).
CONTEXTO ECOLÓGICO
Las tierras mesoamericanas se localizan entre los 10° y 22° de latitud norte. Pertenecen a la región la zona central de México, el istmo de Tehuantepec, la península de Yucatán; Guatemala, Belice, El Salvador y la costa pacífica de Honduras, Nicaragua y Costa Rica hasta el golfo de Nicoya. Se trata de una combinación compleja de varios sistemas ecológicos. Michael D. Coe agrupa los diferentes nichos en tierras altas (aquellas situadas entre los 1000 y 2000 msnm), que son conocidas como altiplanos; y tierras bajas, con alturas cercanas al nivel del mar, que no rebasan los 1000 metros de altitud. En el primer grupo cabe destacar su gran diversidad climática, que va desde los climas fríos de montaña al seco tropical. Predominan, sin embargo, los climas templados con lluvias moderadas. En las tierras bajas predominan los climas subtropicales o tropicales, como en la costa del golfo de México y el mar Caribe.
Algunos de los valles de las tierras altas de Mesoamérica poseen suelos fértiles con vocación agrícola. Tal es el caso de los valles de Oaxaca, el de Puebla-Tlaxcala y de México. Sin embargo, su situación intermontana impide el paso de las nubes. Esta situación es especialmente crítica en los valles de tierra caliente de la Mixteca, quizá los más resecos de las tierras altas. Además de la escasez de lluvia, existen pocas corrientes hídricas, de caudal reducido. Las primeras investigaciones arqueológicas en Mesoamérica planteaban que el clima debió ser más benigno en el pasado. Sin embargo, con el paso de los años y con la profundización del conocimiento sobre la región, se sabe que el clima no debió ser muy diferente de lo que es ahora, aunque los ecosistemas muestran un grado de desgaste importante, ocasionado por la actividad humana. Buena parte de las tierras altas muestran evidencias de una temprana deforestación, y varias especies han desaparecido de sus antiguos hábitats.
Por lo tanto, las tierras altas de Mesoamérica, si bien no son extraordinariamente ricas, tampoco fueron demasiado pobres como para impedir el desarrollo de las altas culturas agrícolas de la antigüedad prehispánica. De hecho, su situación es similar a la de otras regiones del mundo donde ocurrieron procesos civilizadores tempranos, como el norte de Perú, o el valle del río Indo, en Asia. En estos sitios, como en Mesoamérica, los seres humanos debieron aprender a aprovechar al máximo los recursos de que disponían en sus nichos ecológicos. Los mesoamericanos de las tierras altas, como pueblos agrícolas, aprendieron a almacenar agua y a conducirla desde sus fuentes en las montañas hasta las tierras de labor. Quizá la más característica de las técnicas agrícolas de Mesoamérica fue el cultivo en chinampas, desarrollado en los lagos de la meseta Tarasca y especialmente en el valle de México, donde se conservan algunas zonas de chinampería en Xochimilco. Además, debieron aprender a contar el tiempo, puesto que el período en el cuál podían sembrar quedaba comprendido entre dos temporadas que amenazaban el buen término de las cosechas del principal cultivo -el maíz-: la temporada seca y caliente de inicio de primavera y las heladas invernales.
Muy otra era la situación en las tierras bajas. Especialmente en el sureste de la costa del golfo de México, las lluvias son demasiado abundantes. Las selvas tropicales de vegetación espesa cubrían buena parte de las llanuras costeras, y esto representaba un obstáculo para el desarrollo de la agricultura. En estos sitios, tanto la vegetación como el exceso de agua representaban un problema, por ello, los antiguos mesoamericanos idearon sistemas de drenaje, de los cuales hoy se pueden observar restos en la Chontalpa tabasqueña, donde subsisten los llamados camellones chontales.
Por otra parte, la fauna de que disponían los pueblos mesoamericanos no era fácilmente domesticable. Muchos milenios antes del inicio de la civilización de la América Media, las especies mayores de mamíferos que hubiesen podido ser domesticadas habían desaparecido por la cacería excesiva. Tal fue el caso del caballo y varias especies bovinas. Esto explica que los pueblos de la región carecieran de animales de carga y que la civilización mesoamericana fuese exclusivamente agrícola. Las únicas especies domesticadas fueron el xoloitzcuintle y el guajolote, pero nunca formaron parte importante de la dieta y la economía de la mayor parte de los mesoamericanos. No obstante lo anterior, las sociedades del área practicaban la caza de otras especies, ya como complemento de su dieta (venados, conejos, aves, numerosas órdenes de insectos), o como artículos suntuarios (pieles de felinos, aves de plumajes vistosos).
Dado que Mesoamérica se encuentra fragmentada en nichos ecológicos muy reducidos y diversos, ninguna de las sociedades que la habitaron en tiempos prehispánicos era autosuficiente. Por ello, desde los últimos siglos del período arcaico, anterior al Preclásico, los pueblos de la región se especializaron en la explotación de ciertos recursos naturales abundantes en y luego establecieron redes de intercambio comercial que subsanaron las carencias del medio ambiente. Los pueblos del Occidente, por ejemplo, se especializaban en la producción agrícola y de cerámica; los oaxaqueños producían algodón y cochinilla; de las costas provenía sal, pescado seco, conchas marinas y pigmentos como la púrpura; de las tierras bajas del Área Maya y del Golfo se obtenía cacao, vainilla, pieles de jaguar, aves preciosas como el quetzal o la guacamaya; del centro salía buena parte de la obsidiana que se empleaba en la fabricación de armas y herramientas.
ÁREAS CULTURALES
Mesoamérica no fue un área constituida homogéneamente. Todo lo contrario, estaba conformada por cientos de pueblos con cultura y costumbres radicalmente distintas. Desde el surgimiento de los olmecas hasta el siglo XVI, varias ciudades alcanzaron su apogeo y llegaron a dominar a otras.
Uno de los pocos aspectos comunes de las civilizaciones prehispánicas fue su cosmovisión y la teocracia. A pesar de ello, cada pueblo interpretaba a su manera los símbolos y la religión que profesaban. Jamás en su historia los mesoamericanos estuvieron unificados bajo un mismo idioma o creencia.
Otro factor importantísimo para definir la variedad cultural mesoamericana fue la enorme diversidad de entornos geográficos en el territorio y el comercio intercultural. Los pueblos que radicaban en zonas altas producían herramientas y cerámica artesanal; los de zonas cálidas cultivaban maíz y algodón; los de la selva, cacao y plumas preciosas; y, finalmente, los de los pueblos costeros, comerciaban con productos marinos.
Se denominan áreas culturales las regiones habitadas por pueblos que comparten varios elementos en común, ya sea por su ausencia o presencia en los sistemas culturales. Ello no quiere decir que todos los pueblos agrupados en una misma área cultural conformen una unidad étnica: en muchos casos, ni siquiera comparte el mismo idioma. Lo anterior no obsta para que no pueda existir algún tipo de interacción entre ellos, sea por virtud de sus relaciones políticas, comerciales o de simple contigüidad geográfica. Abajo se presenta una caracterización somera de las diferentes áreas culturales de Mesoamérica, basados en el Atlas del México Prehispánico (2000), y en el Atlas Histórico de Mesoamérica (Manzanilla y López Luján, 1989).
En la región del Golfo de México, espacio de clima cálido y tropical, se desarrolló la cultura madre: la olmeca, que desarrolló un importante simbolismo del poder de sus reyes a través de numerosos monumentos. Luego de la decadencia olmeca, la región fue poblada por huastecos, mayas y totonacas.
El reino de Michoacán, espacio de clima templado y con habitantes aparentemente descendientes de las etnias peruanas, se estableció en 1250 bajo la dirección de Tariácuri. En los siguientes años su hegemonía creció al extremo de no poder ser vencidos por los aztecas, y su influencia llegó a Guanajuato y Guerrero. La complicada burocracia montada por los purépechas impidió su conquista por los aztecas. Estaba dividido en cuatro provincias y una de sus principales actividades era la elaboración de fina cerámica.
FUENTE: WIKIPEDIA